Propuesta:

.DESCRIPCIÓN DE UN ESTADO FÍSICO seguido de DESCRIPCIÓN DE UN CUADRO

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DESCRIPCIÓN DE UN ESTADO FÍSICO Antonin Artaud

Una sensación de quemadura ácida en los miembros,
músculos retorcidos e incendiados, el sentimiento de ser un vidrio frágil,
un miedo, una retracción ante el movimiento y el ruido.
Un inconsciente desarreglo al andar, en los gestos,
en los movimientos.
Una voluntad tendida en perpetuidad para los más simples gestos,
la renuncia al gesto simple, una fatiga sorprendente y central,
una suerte de fatiga aspirante. Los movimientos a rehacer,
una suerte de fatiga mortal, de fatiga espiritual
en la más simple tensión muscular, el gesto de tomar, de prenderse inconscientemente a cualquier cosa, sostenida por una voluntad aplicada.

Una fatiga de principio del mundo, la sensación de estar cargando el cuerpo, un sentimiento de increíble fragilidad, que se transforma en rompiente dolor, un estado de entorpecimiento doloroso, de entorpecimiento localizado en la piel, que no prohibe ningún movimiento, pero que cambia el sentimiento interno de un miembro, y a la simple posición vertical le otorga el premio
de un esfuerzo victorioso.
Localizado probablemente en la piel, pero sentido como la supresión radical de un miembro y presentando al cerebro sólo imágenes de miembros filiformes y algodonosos, lejanas imágenes de miembros nunca en su sitio.
La suerte de ruptura interna de la correspondencia de todos los nervios.

Un vértigo en movimiento, una especie de caída oblicua acompañando cualquier esfuerzo, una coagulación de calor que encierra toda la extensión del cráneo, o se rompe a pedazos, placas de calor nunca quietas.
Una exacerbación dolorosa del cráneo, una cortante presión de los nervios, la nuca empeñada en sufrir, las sienes que se cristalizan o se petrifican, una cabeza hollada por caballos.

Ahora tendría que hablar de la descoporización de la realidad, de esa especie de ruptura aplicada, que parece multiplicarse ella misma entre las cosas y el sentimiento que producen en nuestro espíritu, el sitio que se toman. Esta clasificación instántanea de las cosas en las células del espíritu, existe no tanto como un orden lógico, sino como un orden sentimental, afectivo.
Que ya no se hace: las cosas no tienen ya olor, no tienen sexo.
Pero su orden lógico a veces se rompe por su falta de aliento afectivo.
Las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro, todas las palabras por no importa qué operación mental, y sobre todo aquellas que tocan los resortes más habituales, los más activos del espíritu.

Un vientre aplanado.
Un vientre de polvo fino y como en foco. Debajo del vientre una granada reventada.
La granada expande un flujo de copos que se eleva como lenguas de fuego, un fuego helado. El flujo se agarra del vientre y lo hace girar.
Pero el vientre no da más vueltas. Son venas de sangre como vino, de sangre combinada con azufre y azafrán pero con un azufre endulzado con agua.

Sobre el vientre sobresalen los senos. Y más hacia arriba y en profundidad, pero en otro plano del espíritu un sol enardecido de manera que se podría pensar que es el seno el que arde. Y un pájaro al pie de la granada.
El sol parece que tuviera una mirada.
Pero una mirada que estaría mirando el sol.
Y el aire todo es una como una melodía gélida pero una extensa, honda melodía bien compuesta y secreta y colmada de ramificaciones congeladas.
Y todo construido con columnas, y con una especie de aguada arquitectónica que une el vientre con la realidad.
La tela está ahuecada y estratificada.
La pintura está muy prensada a la tela.
Es como un círculo que se cierra sobre sí mismo, una suerte de abismo
en movimiento que se parte por el medio.
Es como un espíritu que se ve y se ahueca, está modelado y trabajado
sin cesar por las manos crispadas del espíritu.

Mientras tanto el espíritu siembra su fósforo. El espíritu está seguro. Tiene un pie bien apoya do en este mundo.
El vientre, los senos, la granada, son como evidencias testimoniales de la realidad. Hay un pájaro muerto y hay un abundante surgimiento de columnas.
El aire está plagado de golpes de lápices como de golpes de cuchillos, como de esquirlas de uña mágica.
El aire está suficientemente alterado.
Así donde germina una semilla de irrealidad se dispone en células.
Las células se colocan cada una en su lugar, en abanico, rodeando el vientre,
delante del sol más lejos del pájaro y sobre ese flujo de agua sulfurosa.
Pero la arquitectura que sostiene y no dice nada es indiferente a las células.
Cada célula contiene un huevo donde se destaca el germen.
Repentinamente nace un huevo en cada célula.
En cada uno hay un hormigueo inhumano pero límpido,
las diversificaciones de un universo detenido.
Cada célula contiene bien su huevo y nos lo ofrece; pero al huevo no le importa demasiado ser elegido o rechazado.
Algunas células no llevan huevo. En algunas crece una espiral.
Y en el aire cuelga una espiral más grande pero como azufrada, de fósforo todavía y cubierta de irrealidad.
Y esta espiral tiene toda la relevancia del pensamiento más potente.
El vientre lleva a recordar la cirugía y la Morgue, la bodega, la plaza pública y la mesa de operaciones.
El cuerpo del vientre parece tallado en granito o en mármol o en yeso, pero un yeso endurecido.
Hay un casillero para una montaña.
Las burbujas del cielo dibujan sobre la montaña
una aureola fresca y translúcida. Alrededor de la montaña el aire es sonoro, compasivo, antiguo, prohibido.
La entrada a la montaña está prohibida. La montaña tiene su lugar en el alma.
Ella es el horizonte de algo que no deja de retroceder.
Produce la impresión del horizonte infinito.
Y yo describo con lágrimas esta pintura porque esta pintura me toca el corazón.
En ella siento desplegarse mi pensamiento como en un espacio ideal, absoluto, pero un espacio que tendría una forma posible de ser insertada en la realidad.
Caigo en ella del cielo.
Y alguna de mis fibras se desata y encuentra un lugar en determinados casilleros.
A ella regreso como a mi fuente,
allí siento el lugar y la disposición de mi espíritu.
El que ha pintado esa tela es el más grande pintor del mundo.
A André Mason lo que es justo.

DESCRIPCIÓN DE UN CUADRO Heiner Müller

Un paisaje entre estepa y sabana: en el cielo azul prusiano flotan dos nubes gigantes que parecen sujetadas por esqueletos de alambre, construidos en todo caso en un estilo desconocido, la izquierda, de mayor tamaño, podría ser un muñeco inflable de un parque de atracciones que se hubiera soltado de su cuerda, o un fragmento de Antártida que volara de vuelta a casa, en el horizonte una línea de cumbres achatadas, a la derecha en el paisaje un árbol, si nos acercáramos veríamos que son tres árboles, de distinta altura, con forma de seta, tronco con tronco, quizá de una misma raíz, la casa en primer plano es más industrial que artesanal, probablemente de hormigón: una ventana, una puerta, el tejado oculto tras la fronda del árbol que está delante de la casa y la supera en altura, de una especie distinta al grupo de árboles del fondo, sus frutos parecen comestibles, o apropiados para envenenar invitados, un frutero de cristal sobre una mesa de jardín, la mitad todavía a la sombra de la copa del árbol, y en el que hay dispuestos seis o siete ejemplares del fruto semejante al limón, desde la posición de la mesa, cuyas patas cruzadas son troncos de abedul joven sin tallar, tosco ensayo de trabajo manual, se puede concluir que el sol, o lo que quiera que arroje luz sobre este lugar, está en el momento del cuadro en el cenit, quizás el SOL esté ahí siempre y HASTA LA ETERNIDAD: que el sol se mueva es algo que el cuadro no puede demostrar, también las nubes, si es que son nubes, parecen flotar en su posición, el esqueleto de alambre las sujeta a un tablón de un azul manchado denominado arbitrariamente CIELO, en la rama de un árbol hay un pájaro perchado, la fronda oculta su identidad, puede ser un buitre, o un pavo real, o un buitre con cabeza de pavo real, la mirada y el pico dirigidos hacia una mujer, que domina la mitad derecha del cuadro, su cabeza divide la línea de cumbres, su cara es suave, muy joven, la nariz larga en exceso, hinchada en el puente, quizá por un puñetazo, la mirada hacia el suelo, como si no pudiese olvidar una imagen y o no quisiera ver otra, el pelo largo y desgreñado, rubio o de un gris blanquecino, la luz intensa no permite la distinción, va vestida con un abrigo raído de pellejo cortado para hombros más anchos, sobre una camisa fina y rala, probablemente de lino, de la manga derecha demasiado ancha y algo deshilachada alza un frágil antebrazo una mano a la altura del corazón o bien del pecho izquierdo, un gesto de defensa o del lenguaje de los sordomudos, defensa ante un espanto conocido, la bofetada el empujón la puñalada se ha producido, el disparo ya ha impactado, la herida ya no sangra, la repetición acierta en el vacío donde el miedo no tiene lugar, la cara de la mujer se hace legible si la segunda suposición es cierta, una cara de rata, un ángel de los roedores, las mandíbulas muelen cadáveres de palabras y basura verbal, la manga izquierda del abrigo cuelga hecha jirones como después de un accidente o el ataque de algo que desgarra, animal o máquina, llama la atención que el brazo no haya sido herido, o son las manchas parduzcas en la manga sangre coagulada, el gesto de la mano derecha de dedos largos al servicio de un dolor en el hombro izquierdo, cuelga el brazo tan débil en la manga porque está roto, o paralizado por una herida profunda, el brazo está cortado a la altura de la mano por el borde del cuadro, la mano puede ser una zarpa, un muñón (quizá costroso de sangre) o un gancho, la mujer se yergue de la nada, amputada hasta las rodillas por el borde del cuadro, o acaso crezca desde el suelo como el hombre sale de la casa y desaparezca en el suelo como el hombre en la casa, hasta que el movimiento incesante comienza, que revienta el marco, el vuelo, el mecanismo impulsor de las raíces haciendo llover trozos de tierra y aguas subterráneas, visible entre mirada y mirada, cuando el ojo VISTO TODO se cierra parpadeando sobre el cuadro, entre el árbol y la mujer la única gran ventana abierta de par en par, la cortina ondea hacia fuera, la tempestad parece provenir de la casa, no hay rastro de viento en los árboles, o acaso atraiga la mujer a la tempestad, o la provoque con su aparición, tempestad que la ha estado esperando en las cenizas de la chimenea, qué o quién ha sido quemado, un niño, otra mujer, un amante, o acaso sean las cenizas en realidad sus propios restos, el cuerpo prestado del fondo de los cementerios, el hombre bajo el marco de la puerta, el pie derecho todavía en el umbral, el izquierdo ya fuera sobre el suelo terroso manchado de hierba, abrasado por un sol desconocido, extendido el brazo, en la mano derecha tiene preso con gesto de cazador, allí donde se quiebra el ala, un pájaro, la mano izquierda, provista de dedos muy largos y torcidos que aletean, acaricia el plumaje erizado por el miedo a la muerte, el pico del pájaro se abre en un grito inaudible para el observador, mudo también para el pájaro en el árbol, los pájaros no le interesan, el esqueleto de su congénere junto a la pared interior veteada de negro, visible a través del cuadro de la ventana, pero invisible desde su posición en el árbol, no le podría transmitir ningún mensaje, el hombre sonríe, su paso es animado, un paso de baile, imposible de precisar si habrá visto ya a la mujer, quizá sea ciego, su sonrisa la precaución del ciego, él ve con los pies, cada piedra con la que tropieza se ríe de él, o la sonrisa del asesino que va al trabajo, qué pasará junto a la mesa de patas cruzadas con el frutero lleno y con la copa de vino rota volcada en la que flotan todavía los restos de un líquido negro, que se extiende por la mesa y por el borde goteando hasta caer al suelo bajo la mesa formando un charco cada vez mayor, frente a ella la silla de respaldo alto tiene un particular: sus cuatro patas están atadas con un alambre a media altura como para evitar que se derrumbe, una segunda silla arrojada en el suelo detrás del árbol a la derecha, el respaldo partido, la protección de alambre apenas forma una Z, y no un cuadrado, quizás un intento anterior de sujeción, qué peso ha roto la silla y ha dejado la otra inestable, un asesinato quizá, o un coito salvaje, o los dos en uno, el hombre en la silla, la mujer sobre él, su miembro en su vagina, la mujer todavía cargada con el peso de la tierra del sepulcro del que consiguió salir para visitar al hombre, del agua subterránea que gotea de su abrigo de piel, su movimiento al principio un suave balanceo, luego cabalgando cada vez más fuerte, hasta que el orgasmo hunde la espalda del hombre contra el respaldo de la silla que cede con estruendo, la espalda de la mujer contra el borde de la mesa, volcando la copa de vino, el frutero cargado de fruta comienza a deslizarse, y cuando la mujer se precipita hacia adelante sus brazos se aferran al hombre, los de él bajo el abrigo se aferran a ella, él hinca sus dientes en su cuello, ella los hinca en el suyo, el frutero se detiene junto al borde cuando la mesa recobra su posición, o la mujer en la silla, el hombre de pie detrás de ella con las manos pulgar con pulgar alrededor de su cuello, primero como un juego, sólo se tocan los dedos por delante, y entonces, cuando la mujer se encrespa contra el respaldo de la silla, le clava las uñas en los músculos del brazo, se hinchan las venas del cuello y de la sien, la cabeza se llena de sangre, la cara se va tiñendo de rojo azulado, sus piernas al contraerse golpean el tablero de la mesa, la copa de vino se vuelca, el frutero comienza a deslizarse, cierra el estrangulador el círculo, pulgar con pulgar, dedo con dedo, hasta que las manos de la mujer caen de sus brazos y el sordo crujido de la laringe o de la vértebra cervical marca el final del trabajo, quizá ceda ahora el respaldo de la silla bajo el peso muerto otra vez, cuando el hombre retira las manos, o la mujer cae hacia adelante, con la cara rojo-azulada sobre la copa de vino, y desde allí el líquido oscuro, vino o sangre, busca su camino hacia el suelo, o acaso la sombra deshilvanada del cuello de la mujer bajo la barbilla sea producto de un corte de cuchillo, los hilos de sangre seca de la herida ancha como el cuello, negros con costra de sangre también los mechones a la derecha de la cara, la huella del asesino zurdo sobre el umbral de la puerta, su cuchillo escribe de derecha a izquierda, lo necesitará de nuevo, abulta la tela de su chaqueta, cuando de los fragmentos de cristal se recompone la copa rota y la mujer se acerca a la mesa sin cicatriz en el cuello, o será la mujer, el ángel sediento, que le abre al pájaro de un mordisco la garganta y vierte la sangre del cuello abierto en la copa, el alimento de los muertos, el cuchillo no es para el pájaro, la cara del hombre tiene el color del suelo hasta la altura de los ojos, la frente y la mano visible, la otra que lo sujeta oculta en el plumaje, son blancas como el papel, parece llevar guantes para el trabajo al aire libre, por qué no en el momento del cuadro, y algo parecido a un sombrero para protegerse del astro ardiente que ilumina el paisaje y hace palidecer sus colores, cuál puede ser su trabajo, además del asesinato quizá diario de la mujer resucitada quizá a diario, en este paisaje, sólo aparecen animales en forma de nubes, sin mano que los sujete, el pájaro en el árbol es la última reserva, un reclamo lo atrapa, de nada sirve arrancar la hierba, la quema el SOL, quizá una multitud de SOLES, las frutas del árbol del pájaro se recogen rápidamente, acaso los dedos temblorosos del estrangulador han tejido la red de alambre alrededor de la línea de cumbres achatadas, de la que sólo sobresale aún no protegida una cima blanca como el papel, protección ante el desprendimiento de piedras provocado por los paseos de los muertos en el interior de la tierra, que son el pulso secreto del planeta al que se refiere el cuadro, protección quizá con perspectiva de duración, cuando el crecimiento de los cementerios haya alcanzado su límite con el pequeño peso del presunto asesino en el umbral, del pájaro del árbol rápidamente digerido, la pared guarda un sitio para su esqueleto, o el movimiento se invierte, cuando todos los muertos se reúnan, el tumulto de los sepulcros la tempestad de la resurrección que expulsa las serpientes de la montaña, es la mujer de mirada enigmática y la boca como una ventosa una MATA-HARI del inframundo, enviada que explora el terreno sobre el que dicen tendrá lugar la Gran Maniobra que revestirá de carne los huesos famélicos, la carne de piel, atravesada por venas que beben la sangre que procede del suelo, el regreso a casa de las vísceras desde la nada, o está el ángel hueco bajo el vestido, porque el banco de carne que se va reduciendo bajo el suelo no tiene más cadáveres que entregar, un DEDO MALVADO que los muertos levantan al viento contra la policía del cielo, precursora y ESPOSA DEL VIENTO, que les quita el viento en la carne a los enemigos naturales de la resurrección, el viento que habitan, sopla como tempestad y cae en la trampa, la flecha de la cortina señala a la mujer, también el asesino quizá sólo un muerto de servicio, la destrucción de los pájaros su tarea (secreta), el paso de baile realizado con dejadez indica que el trabajo finalizará pronto, quizá la mujer ya esté de vuelta en el suelo, preñada de tempestad, del semen del renacimiento de la explosión de esqueletos, huesos y esquirlas y tuétano, la provisión de viento marca la separación entre las partes, de las que quizá, cuando el aire de la respiración se haya asentado, el terremoto las reviente a través de la piel del planeta, se reúna TODO, el apareamiento de la estrella por sus muertos, la primera señal las nubes con su esqueleto de alambre, en realidad compuesto de nervios que preceden al hueso, o bien de telarañas de tuétano, como el trenzado sin raíces visibles que trepa por el bungalow y ha ocupado ya el espacio interior hasta el techo, o la maraña de alambre de las sillas, o la red que clava la línea de cumbres al suelo, o todo es distinto, la red de acero el capricho de un rotulador descuidado que le niega plasticidad a la montaña con un rayado mal hecho, quizá la arbitrariedad de la composición siga un plan, el árbol sobre un tablero, las raíces cortadas, acaso son los otros árboles al fondo setas de tallo especialmente largo, plantas de una zona climática que no conoce árboles, cómo ha llegado el bloque de hormigón al paisaje, no hay huella de transporte o vehículo, TE HE DICHO QUE NO DEBES VOLVER LO MUERTO ESTÁ MUERTO, ni huella de arrastre, acaso empujado a patadas desde el suelo, caído del CIELO, o dejado caer desde el aire sólo respirable por los muertos mediante una garra mecánica movida desde un punto fijo en el arriba llamado CIELO, es la línea de cumbres una pieza de museo, préstamo de una sala de exposiciones subterránea en la que se guardan las montañas porque en su lugar natural impiden el vuelo bajo de los ángeles, el cuadro una disposición experimental, la crudeza del boceto una expresión de desprecio hacia los animales de laboratorio hombre, pájaro, mujer, la bomba de sangre del asesinato diario, hombre contra pájaro y mujer, mujer contra pájaro y hombre, pájaro contra mujer y hombre, que suministra combustible al planeta, sangre la tinta que inscribe de colores su vida de papel, también su cielo amenazado de anemia por la resurrección de la carne, se busca: el hueco en el proceso, lo otro en el retorno de lo igual, el balbuceo en el texto mudo, el agujero en la eternidad, el ERROR quizá redentor: la mirada distraída del asesino cuando examina el cuello de la víctima sobre la silla con las manos, con el filo del cuchillo, sobre el pájaro en el árbol, en el vacío del paisaje, titubeo antes de la incisión, los ojos que se cierran ante el chorro de sangre, la risa de la mujer que afloja en lo que dura una mirada la garra del estrangulador, hace temblar la mano con el cuchillo, vuelo en picado del pájaro atraído por el destello del filo, aterrizaje sobre la bóveda craneal del hombre, dos picotazos a la derecha y a la izquierda, vahído y chillido del ciego salpicando sangre en el torbellino de la tempestad que busca a la mujer, miedo a que el error ocurra durante el parpadeo, a que la hendidura del ojo se abra en el instante entre mirada y mirada, la esperanza vive sobre el filo de un cuchillo que gira más rápido con atención creciente que deviene cansancio, el relámpago de la inseguridad en la certidumbre de lo terrible: el ASESINATO es un intercambio de sexos, EXTRAÑO EN EL PROPIO CUERPO, el cuchillo es la herida, la nuca el hacha, acaso la ausencia de vigilancia es parte del plan, a qué aparato está sujeta la lente que extrae los colores del cuadro, en qué cuenca ocular se despliega la retina, quién O QUÉ pregunta por el cuadro, VIVIR EN EL ESPEJO, es el hombre del paso de baile YO, mi tumba su cara, YO la mujer de la herida en el cuello, a la derecha y a la izquierda en sus manos el pájaro despedazado, sangre en la boca, YO el pájaro, que le muestra al asesino con la escritura de su pico el camino hacia la noche, YO la tempestad congelada.

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BILDBESCHREIBUNG (Descripción de un Cuadro) puede leerse como un sobrepintado de la ALCESTIS, que cita la obra NO KUMASAKA, el 11º canto de la ODISEA, los PÁJAROS de Hitchcock y la TEMPESTAD de Shakespeare. El texto describe un paisaje más allá de la muerte.

La acción es a voluntad, pues sus consecuencias son ya pasado, explosión de una memoria en una estructura dramática extinta.

martes, 22 de abril de 2008

Reflexiones y comentarios del grupo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, cumpas! Qué buena idea, Paula!! Ahora me voy a chusmear todo el blog.
Yo tengo unas páginas que me resultaron muy interesantes para compartir: se las copio primero, y les pongo los comentarios abajo, porque tal vez no les interesan:
http://amediavoz.com/artaud.htm
www.documentarte.com

La primera es sobre Artaud, tiene muchos textos, me impactó mucho "Una de sus últimas declaraciones", me pareció muy revelador (es muy cortito).
La segunda es para aquellos que no conocen mucho de historia del arte y quieren informarse un poco: es muy completa, yo no leí todo, pero voy aclarando el panorama. En la parte de Movimientos y Etapas, pueden hacer volar su ignorancia, jeje.
La tercera es muy completa, la verdad es que no la terminé aún, pero me pareció piola todo lo que leí hasta ahora, y es muy completo, creo que los textos que aún no leí me van a aportar mucho también.
Saludos a todos, nos vemos el martes!
María Inés

Anónimo dijo...

Les tiro una más:
11vo canto de La odisea:
http://www.odisea.com.mx/Texto_y_comentarios/Canto_xi/Canto_xi.html

Lo que no encontré es la referencia a NO KUMASAKA.
Pero abandono por hoy...

Jorge Eiro dijo...

En está página hay vinculos con imágenes de cuadros de Masson

http://www.artcyclopedia.com/artists/masson_andre.html

Sobre MAta hari en wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Mata_Hari